22 DE MARZO
Como cada 22 de marzo observamos el Día
Mundial del Agua, que tiene su origen en la Conferencia de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente y el Desarrollo en 1992 en Río de Janeiro. Desde
entonces, países miembros de la ONU, asociaciones y ONGD que promueven el agua
limpia y hábitats acuáticos sostenibles utilizamos esta señalada fecha para
llamar la atención hacia un problema cada vez más acuciante.
Ante la alarmante
escasez de agua, el ser humano lleva tiempo intentando fabricar lluvia. Y no es
una fábula. De entre los ejemplos más recientes podemos destacar el del
profesor Stephen Salter, científico de la Universidad de
Edimburgo que patentaba allá por el 2004, ante la incredulidad de sus colegas, una
máquina capaz de crear nubes. Ante el limitado acceso a este elemento vital (no
en vano se dice que en un futuro próximo sustituirá al petróleo como fuente de
conflictos cruentos entre Estados), Salter ingenió una turbina de 60 metros de altura que,
accionada por el viento, aspira el agua del mar y la pulveriza en la atmósfera
creando nubes preñadas de lluvia. El uso prudente de este peculiar artefacto
podría, dicen, combatir la sequía en el planeta. Otra historia singular
acontecida poco tiempo después, y no menos real que la de Salter, es la
protagonizada por el italiano Bruno Tinazzo, que a sus más de 60 años atravesó
a pie los 652
kilómetros que serpentean el caudal del río Po. La
hercúlea hazaña, publicada en la prensa internacional, fue ensombrecida por
posteriores revelaciones: el río italiano sufre la peor sequía del siglo y pudo
haber sido recorrido sin que el tenaz andariego llegase a mojarse la cintura.
Todo esto
sucede en el Norte, en los llamados países desarrollados, donde aún damos por
sentado el acceso al agua potable, pero ¿qué sucede en los países del Sur? A
principios de mes hemos tenido noticia de que se ha alcanzado la meta del
acceso al agua potable de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, esto quiere
decir que desde 1990 se ha conseguido reducir a la mitad el número de personas
sin acceso al agua potable. Según Naciones Unidas, por primera vez, casi el 90%
de la población mundial tiene acceso al agua potable. Pero el problema de
acceso al agua sigue todavía condicionando la vida 783 millones de personas,
que aún carecen de acceso al agua potable. Además, Naciones Unidas reconoce que
aún estamos lejos de alcanzar la meta referida al saneamiento y que es
improbable que se haga para 2015: todavía 2,5 millones de personas carecen de
servicios de saneamiento adecuados.
A pesar de que el 71 por ciento
de la superficie terrestre es agua, sólo el 2,5 por ciento de la misma es
potable. Como sucintamente explica la
BBC , “la provisión de agua potable está disminuyendo a nivel
mundial. Una persona de cada cinco ya no tiene acceso al agua potable. Casi una
de cada tres no dispone de medios de saneamiento adecuados...”
La crisis del
agua se agrava por la progresiva privatización, tanto en el Norte como en el
Sur, de lo que, como el aire, es un bien natural imprescindible para la
supervivencia humana y el equilibrio ecológico del planeta. Un titular en
prensa rezaba recientemente: “Entidades
medioambientales protestan contra la privatización del agua”. No
encontrábamos este titular en “El diario” de La Paz , en Bolivia. La noticia se publicaba en un
diario español cuando en el pasado mes de enero decenas de organizaciones
medioambientales alzaban su voz contra los planes de la Generalitat de
privatizar total o parcialmente la sociedad pública Aguas Ter-LLobregat (ATLL),
debido a que arrastra una deuda de unos 670 millones de euros. Esto es tan solo
un ejemplo de lo que ya ocurre en diversos puntos del Estado Español, donde la
privatización de la gestión hídrica avanza a pasos agigantados. Uno de los casos
más recientes lo tenemos en la privatización del Canal de Isabel II promovida
por el Gobierno Regional de la
Comunidad de Madrid.
Con el
pretexto de la crisis económica y de una supuesta mayor eficacia en la gestión,
el gobierno privatiza bienes que pertenecen a la ciudadanía. Según datos de la
Asociación Española de Abastecimiento y Saneamiento, el 36% de la gestión del
agua está en manos privadas y el 11% está en manos de empresas mixtas.
La ONU, en su
Declaración del Milenio, afirma que el agua debe mantenerse en el sector
público. Algo que parece de Perogrullo y que, sin embargo, desde medicusmundi
hemos de defender a la vista de las firmas transnacionales que imponen
políticas fallidas basadas en beneficios empresariales, comprando los derechos
de explotación de los manantiales con el fin de engrosar sus arcas. “Las más
afectadas siguen siendo las poblaciones más empobrecidas”, informa la ONU, “ya
que el 50 por ciento de la población de los países en desarrollo está expuesto
al peligro que representan las fuentes de agua contaminada. Por otra parte, las
disparidades entre el consumo en el Norte y en el Sur son alarmantes. Por
ejemplo, los niños y niñas nacidos en países desarrollados consumen entre 30 y
50 veces más agua que los nacidos en países en desarrollo.”
El acceso al
agua potable, reivindicamos, no es un privilegio, si no un derecho inseparable
del derecho a la salud, que ha de ser garantizado por lo poderes públicos.
Defendemos, por tanto, una gestión pública del agua porque es la única que
puede garantizar el acceso universal y equitativo a la salud y al buen vivir de
las personas.
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