martes, 20 de marzo de 2012

Agua robada, papel mojado


22 DE MARZO



Como cada 22 de marzo observamos el Día Mundial del Agua, que tiene su origen en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo en 1992 en Río de Janeiro. Desde entonces, países miembros de la ONU, asociaciones y ONGD que promueven el agua limpia y hábitats acuáticos sostenibles utilizamos esta señalada fecha para llamar la atención hacia un problema cada vez más acuciante.

Ante la alarmante escasez de agua, el ser humano lleva tiempo intentando fabricar lluvia. Y no es una fábula. De entre los ejemplos más recientes podemos destacar el del profesor Stephen Salter, científico de la Universidad de Edimburgo que patentaba allá por el 2004, ante la incredulidad de sus colegas, una máquina capaz de crear nubes. Ante el limitado acceso a este elemento vital (no en vano se dice que en un futuro próximo sustituirá al petróleo como fuente de conflictos cruentos entre Estados), Salter ingenió una turbina de 60 metros de altura que, accionada por el viento, aspira el agua del mar y la pulveriza en la atmósfera creando nubes preñadas de lluvia. El uso prudente de este peculiar artefacto podría, dicen, combatir la sequía en el planeta. Otra historia singular acontecida poco tiempo después, y no menos real que la de Salter, es la protagonizada por el italiano Bruno Tinazzo, que a sus más de 60 años atravesó a pie los 652 kilómetros que serpentean el caudal del río Po. La hercúlea hazaña, publicada en la prensa internacional, fue ensombrecida por posteriores revelaciones: el río italiano sufre la peor sequía del siglo y pudo haber sido recorrido sin que el tenaz andariego llegase a mojarse la cintura.

Todo esto sucede en el Norte, en los llamados países desarrollados, donde aún damos por sentado el acceso al agua potable, pero ¿qué sucede en los países del Sur? A principios de mes hemos tenido noticia de que se ha alcanzado la meta del acceso al agua potable de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, esto quiere decir que desde 1990 se ha conseguido reducir a la mitad el número de personas sin acceso al agua potable. Según Naciones Unidas, por primera vez, casi el 90% de la población mundial tiene acceso al agua potable. Pero el problema de acceso al agua sigue todavía condicionando la vida 783 millones de personas, que aún carecen de acceso al agua potable. Además, Naciones Unidas reconoce que aún estamos lejos de alcanzar la meta referida al saneamiento y que es improbable que se haga para 2015: todavía 2,5 millones de personas carecen de servicios de saneamiento adecuados.

A pesar de que el 71 por ciento de la superficie terrestre es agua, sólo el 2,5 por ciento de la misma es potable. Como sucintamente explica la BBC, “la provisión de agua potable está disminuyendo a nivel mundial. Una persona de cada cinco ya no tiene acceso al agua potable. Casi una de cada tres no dispone de medios de saneamiento adecuados...”

La crisis del agua se agrava por la progresiva privatización, tanto en el Norte como en el Sur, de lo que, como el aire, es un bien natural imprescindible para la supervivencia humana y el equilibrio ecológico del planeta. Un titular en prensa rezaba recientemente: “Entidades medioambientales protestan contra la privatización del agua”. No encontrábamos este titular en “El diario” de La Paz, en Bolivia. La noticia se publicaba en un diario español cuando en el pasado mes de enero decenas de organizaciones medioambientales alzaban su voz contra los planes de la Generalitat de privatizar total o parcialmente la sociedad pública Aguas Ter-LLobregat (ATLL), debido a que arrastra una deuda de unos 670 millones de euros. Esto es tan solo un ejemplo de lo que ya ocurre en diversos puntos del Estado Español, donde la privatización de la gestión hídrica avanza a pasos agigantados. Uno de los casos más recientes lo tenemos en la privatización del Canal de Isabel II promovida por el Gobierno Regional de la Comunidad de Madrid.

Con el pretexto de la crisis económica y de una supuesta mayor eficacia en la gestión, el gobierno privatiza bienes que pertenecen a la ciudadanía. Según datos de la Asociación Española de Abastecimiento y Saneamiento, el 36% de la gestión del agua está en manos privadas y el 11% está en manos de empresas mixtas.

La ONU, en su Declaración del Milenio, afirma que el agua debe mantenerse en el sector público. Algo que parece de Perogrullo y que, sin embargo, desde medicusmundi hemos de defender a la vista de las firmas transnacionales que imponen políticas fallidas basadas en beneficios empresariales, comprando los derechos de explotación de los manantiales con el fin de engrosar sus arcas. “Las más afectadas siguen siendo las poblaciones más empobrecidas”, informa la ONU, “ya que el 50 por ciento de la población de los países en desarrollo está expuesto al peligro que representan las fuentes de agua contaminada. Por otra parte, las disparidades entre el consumo en el Norte y en el Sur son alarmantes. Por ejemplo, los niños y niñas nacidos en países desarrollados consumen entre 30 y 50 veces más agua que los nacidos en países en desarrollo.”

El acceso al agua potable, reivindicamos, no es un privilegio, si no un derecho inseparable del derecho a la salud, que ha de ser garantizado por lo poderes públicos. Defendemos, por tanto, una gestión pública del agua porque es la única que puede garantizar el acceso universal y equitativo a la salud y al buen vivir de las personas.

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